viernes, 16 de septiembre de 2016

Matanza de 1937

¿Perejil o pegsil, traducción de vida o muerte?

Hace casi 79 años la frontera dominico-haitiana presenció una de las órdenes más funestas del dictador Rafael Leónidas Trujillo. En octubre de 1937, bajo el pretexto de nacionalizar la frontera o blanquear la zona fronteriza, Trujillo trazó las pautas a sus subordinados para emprender el genocidio de los habitantes haitianos en el pueblo dominicano.

Al día siguiente, la Policía dominicana acudió a las aldeas y explotaciones agrícolas donde había haitianos. Iban, supuestamente, a identificarlos para expulsarlos del país. La forma de hacerlo fue la que terminó dando nombre al hecho histórico. Los policías de Trujillo pedían a cada negro  que pronunciara la palabra española “perejil”. Los dominicanos no tenían problema, pero los haitianos, cuyo idioma materno es el creol (criollo, derivado del francés), solo alcanzaban a pronunciar “pegsil”. Era su condena a muerte. En realidad, tras la identificación, los haitianos fueron reunidos en sitios apartados y asesinados con los llamados sables diablito así como machetes, cuchillos y hachas con el propósito de demostrar que la matanza fue realizada por campesinos dominicanos. Al correrse la voz del engaño, Trujillo ordenó a sus tropas que impidieran la huida en masa hacia Haití y los asesinaran donde los encontraran. 

No hubo piedad con hombres y mujeres, ni con ancianos/as y mujeres embarazadas, ni mucho menos con los niños y las niñas, quienes en su gran inocencia no sabían nada de lo que estaba pasando.

No existe consenso sobre el número de víctimas, según se discute. Las declaraciones de diplomáticos, y del gobierno haitiano, dan números que van desde menos de 600 hasta más de 12,000 personas.


Una de las consecuencias de este genocidio fue la reclamación del presidente de Haití, Sténio Vincent, ante la República Dominicana exigiendo el pago de 750,000 dólares estadounidenses como indemnización. Este reclamo fue apoyado por el Gobierno de Estados Unidos, Cuba y México. No obstante, el dictador Trujillo logró reducir la indemnización a 525, 000 dólares estadounidenses, pero gran parte de esa indemnización nunca llegó a los sobrevivientes que lograron alcanzar Haití sino que fue robada por la propia burocracia haitiana.


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