Segunda mitad del Regimen trujillista (1945-1961)
Al finalizar la II Guerra Mundial, la dictadura de Trujillo se había consolidado y el desarrollo era palpable al tiempo que el dictador fortalecía su poderío económico con la instalación de nuevas empresas y se iniciaba en el negocio de la industria azucarera con el ingenio Catarey, adquiría el de Montellano y se embarcaba en la construcción del Central Río Haina.
Pero al mismo tiempo se incrementaba la oposición en el exterior a la dictadura y se gestaban movimientos para invadir al país, fracasando el más importante que fue el de Cayo Confites, y luego en 1949, resultó un fallido intento la invasión por la bahía de Luperón, al tiempo que Trujillo propiciaba una apertura política al permitir ciertos movimientos políticos contestatarios y culturales de protestas, así como partidos de izquierda de corta duración y el país estrenaba el Banco de Reservas, el Banco Agrícola y en 1947 la fundación del Banco Central.
Mientras Trujillo incrementaba sus monopolios en el sector industrial con la elaboración de la carne en Cami, la de leche, de zapatos con su ley que prohibía a los ciudadanos andar descalzos, de pintura para pintar las casas cada año, de sacos, fundas de papel, empresas constructoras, un sector privado tímido incursionaba en la de textiles, y por fin, las mujeres dominicanas pudieron utilizar ropa interior de nylon y seda manufacturada industrialmente y la cerveza quedaba en manos privadas con su nombre emblemático en honor al “Jefe”.
Para la década de 1950, el país se sacudía de sus atrasos ancestrales y la educación mejoraba notablemente con el aumento de las matriculas de las escuelas y de la universidad estatal, con un vasto plan de construcción de escuelas y también de hospitales, se intentó erradicar el analfabetismo y en 1954 se concertó el Concordato con la Santa Sede durante de un viaje del dictador al Vaticano y a España para encontrar a Francisco Franco. Fue la década que arribaron al país las últimas hornadas de inmigrantes legales desde España y Japón, que al final de cuentas fueron engañados con las promesas que el gobierno no les cumplió, pero los que se quedaron transformaron la agricultura tanto en Constanza, en Dajabón, como Baoba del Piñal. Trujillo terminaba apoderándose de los ingenios azucareros, dejando tan solo en manos privadas los de la familia Vicini y el Central Romana.
La vida cultural era tímida ya que se cuidaba de no ofender la sensibilidad del dictador, pero iban destacándose diversos valores que más luego serían sobresalientes intelectuales y en donde la influencia de los republicanos españoles de 1939 se dejaba sentir en las artes, en la música y en las letras, que en esa década del 50 ya la Sinfónica había alcanzado su madurez con una excelente pléyade de músicos. La juventud de los pueblos y de la capital se unía en torno a los clubes juveniles para celebrar bailes y conferencias durante los periodos de las vacaciones de verano.
La disconformidad en contra de Trujillo iba adquiriendo cierto desarrollo que se aceleró con el triunfo de Fidel Castro en Cuba y ya para finales de 1959 las células antitrujillistas abundaban en todo el país, que luego del fracaso de la invasión del 14 de junio de 1959 la cacería de desafectos no se detuvo, y se aceleró en enero de 1960 cuando cientos de dominicanos fueron encarcelados en las cárceles de tortura y obligó a la jerarquía de la Iglesia Católica a emitir una enérgica carta pastoral que es histórica por ese sacudimiento de un obispado que no quería perder sus privilegios.
El país vivió la locura económica de la Feria de la Paz y el embargo continental en condena a Trujillo por el fallido atentado en contra de Rómulo Betancourt y el arrastre de los asesinatos de opositores que el dictador ordenaba realizarse hasta en el extranjero, los que hacían tambalear al régimen, cuyo sacudimiento casi definitivo ocurrió con el asesinato de las Hermanas Mirabal en noviembre de 1960. El país, en silencio, repudió el crimen y solo era cuestión de tiempo el desenlace para acabar con Trujillo, lo que ocurrió el 30 de mayo de 1961 para ponerle término a la dictadura de 30 años, la cual perduró hasta el 18 de noviembre de ese año con la salida de los remanentes de la familia del dictador y el asesinato de los que participaron en su eliminación.
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